La casa de los pescadores 1

gota recuerdos

Desperté agitado, el pecho me pesaba y parecía que una corriente eléctrica recorría mis extremidades y las hacia temblar. Tuve un sueño donde la buscaba a ella, Linda, estábamos juntos pero no por mucho tiempo, mi sueño parecía resumir mi viaje hasta ahora, en mi sueño salíamos de viaje, pero por alguna razón tenia que salir de casa y dejarla. Siempre he sido hábil con la orientación, un talento natural y desarrollado, vasta con haber recorrido dos veces el mismo camino, un mapa o indicaciones precisas para ubicarme, incluso solo ver el camino para hacerme una idea mental de mi ruta, o caminos alternos. Pero en ese sueño me encontraba buscando el regreso con Linda, pasaba veinte veces por las mismas calles, miraba las mismas veces a las personas, directo a la cara, tropezaba con los mismos obstáculos, pero me era imposible llegar a la casa donde estaba Linda, por mas desesperado, por mas que me parara a analizar los caminos, preguntaba a las personas de mi sueño, pero siempre terminaba perdido…

Me sobresalte al escuche a José tocando a mi puerta, me avisaba que el desayuno estaba listo, me vestí y moje mi rostro en el baño -vaya sueños que tengo, Linda aparecía en ellos, así que no puedo decir que sean pesadillas- cuando baje a desayunar todos estaban a la mesa excepto Andres.

– Andres siempre dice que pescador tiene que salir antes de que salga el sol -dijo Mary durante el desayuno- para amanecer junto con los peces.

– Papá siempre se levanta muy temprano -dijo José- ¿Sabes pescar?

– No, no se sobre pesca.

– Acabando de desayunar me ayudas a traer el bote, el que ayer dijiste que me dabas.

– ¿De que bote hablas José?

– El señor Útka le dijo a José que si lo ayudaba podía quedarse con su bote -contesto Alfredo, el hermano de José.

– Llámame Útka solamente. Si la verdad es que solo utilice el bote para venir aquí, pero en realidad no se nada de botes o de navegación, así que planeo seguir por tierra.

– Es muy generoso de su parte, pero en verdad no creo que mi esposo este de acuerdo.

– No es nada, ustedes me ayudaron, y me han dado un lugar para descansar y me han alimentado.

– ¿Te iras?

– Así es José, tengo que seguir.

– ¿Y a donde iras?

– Aun no lo se, ¿cual es el pueblo mas cercano?

-¿Viaja sin rumbo? ¿Es acaso un vagabundo?

– ¡Al! no seas grosero.

– Jajaja, descuide, tiene razón, no me la he pasado mas que vagando, siquiera tengo un empleo fijo.

– El pueblo mas cercano esta a medio día de viaje en carro, caminando seria casi un día completo, oh, pero podría esperar, mañana vendrán algunos amigos, vienen seguido, podría regresar con ellos al pueblo, incluso conseguir trabajo.

– Pero no quiero ser una molestia…

– Descuide, no lo es. Es agradable tener visitas de otro lugares.

Todo parecía marchar bien, acepte pasar otra noche con ellos, pero me marcharía despues de la reunión. Terminando el desayuno salí a ver la playa, era hermoso un paisaje tan tranquilo, parecía lleno de vida, ayude a Al a mover unas cajas con redes y anzuelos al garaje, me sorprendió ver una casa tan grande en la playa, tan bien construida, parecía tan fuerte que ni siquiera una ola podría moverla. Dentro del garaje se encontraba una camioneta roja, no era vieja pero parecía que nadie la había utilizado en mucho tiempo.

– Alfredo, ¿esta camioneta es de tu padre?

– Llameme Al, nadie me dice Alfredo. Si, es de mi papá, pero se descompuso, algo de las bandas y la batería, pero no la ha reparado, dijo que luego traería un mecánico del pueblo.

– Ya veo, parece una buena camioneta -dije mientras abría la puerta y jalaba una palanca para abrir el cofre- y parece que ahorra combustible.

– ¿Que hace? a mi papá no le gusta que agarren su camioneta.

– Tranquilo, solo le echare un vistazo.

Levante el cofre, el radiador estaba perforado, tiraba anticongelante, la batería parecía en buen estado, pero las bandas estaban rotas, no se podía hacer nada sin refacciones. Cerré el cofre y regresamos. Como le prometí a José, le ayude a cargar el bote hasta la casa, fue difícil moverlo, parece que ayer solo lo ataron con una soga a una roca, por suerte la marea era baja. Queriendo sentir la arena en mis pies me aventure a ir sin sandalias; subimos el bote a un pequeño remolque, parecía un montacargas manual, en verdad era pesado, y mi idea de salir sin sandalias tuvo malas consecuencias, ya que por distraerme patee una roca, fue muy doloroso, pero llegamos sin mas a la casa, el almuerzo estaba casi listo, Andres había regresado. Mi pie comenzó a hincharse, pero aun podía moverme, ayude a Andres a meter algunas cajas con pescados y camarones y luego nos sentamos a la mesa.

-Lo noto un poco distraído, señor Útka. ¿Piensa marcharse tan pronto?

– Bueno si, me comentaban que hay un pueblo cerca de aquí.

– Lamentablemente ya vio que mi camioneta necesita refacciones, y con ese pie lastimado dudo que quiera irse andando. Mary ya le habrá comentado que vendrán unos amigos mañana, podría ir con ellos.

– ¿Como supiste papá? -pregunto José con cara de sorpresa- pensé que solo sabias todo lo que hacíamos nosotros.

– Jajaja eres muy pequeño -dijo Al- pero a papá nada se le escapa.

– Mira sus dedos ¿Que vez?

– No veo nada -dijo José- solo que están un poco sucias, no se lavo bien antes de comer.

– Se las lavo bien, pero eso que vemos entre las uñas es grasa, lo que nos dice que reviso la camioneta.

– Pero se las pudo ensuciar en otra parte.

– Cuando me ayudo a llevar las cajas al garage no se adelanto sin preguntar donde estaba, eso me dice que ya sabia, también por la marca de rasgadura en su camisa, se debió atorar con algo, en mi experiencia parece una rasgadura de anzuelo, por lo que pienso que le ayudo a Al a llevar la caja de anzuelos y redes, y estoy seguro que si vas revisas la manivela del carro tendrá huellas de polvo que indican que alguien la abrió, igual en el cofre, por lo mismo puedo decir que sabe un poco lo que veía, ya que alguien que no sabe, solo hubiera abierto el cofre, sin atreverse a meterle mano.

– ¿Y lo del pie? ¿Como supiste papá?

– Eso es sencillo, camina cojeando, y se le comenzó a hinchar cuando me ayudo con las cajas, me imagino que golpeo una roca de regreso por venir descalzo, y al jalar el remolque con el bote lo esforzó de mas. Debería descansarlo un poco.

– Deja de hacerte el listo con nuestro invitado, cariño. Le arruinaras la cena.

– Descuide, no me molesta -dije con una sonrisa.

– Lo vez Mary, aparte es un investigador, es verdad que la mayoría de lo que dije son meras especulaciones, tal vez me equivoque en varias cosas, pero no puedo evitarlo, nuestras visitas son casi siempre pescadores o comerciantes.

– Descuide, no se equivoco, todo eso sucedió, me disculpo por haber revisado su camioneta, solo quería echarle un vistazo, parece una buena camioneta.

– No hay problema. Pero dígame, ¿en verdad no necesita ese bote?, perece un buen bote.

– No, solo llegue en el, puede quedárselo, quisiera pagarle con mas su hospitalidad pero no tengo mucho.

Así termino la cena, los temas de conversación cambiaron, entre una platica agradable cenar se hace ameno. Aunque los recuerdos siempre aparecían, no me gustaba pensar en que fuera la calma antes de al tormenta, tener un momento tranquilo y de descanso me agradaba, aunque tendría que partir mañana, este no era mi lugar, tenia que seguir mi viaje, seguir buscando.

6 pensamientos en “La casa de los pescadores 1

    • jajaja, espero poder continuar pronto esta historia, por mucho ha pasado ya el viajero, y se hacerca al final, como Poe escribio alguna vez «Hasta nuestro último empeño es sólo un sueño dentro de un sueño.» pero hay sueños que se vuelven realidad. para eso soñamos. Para pelear por nuestros sueños y hacerlos realidad.
      Muchas gracias.
      Un gran abrazo.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.